El Lazarillo de Tormes Siguiente →
Vino a posar al mesón un ciego
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestrarle, me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo haría y que me recibía, no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.
Los turcos habían conquistado Constantinopla, que era la capital del Imperio Romano de Oriente, en 1453. Desde allí hicieron una agresiva expansión por el Mediterráneo.
El rey Carlos I de España sostuvo guerra contra el sultán turco Solimán el Magnífico y su comandante el corsario Barbarroja en Argel y Túnez. A esta guerra pertenece la batalla de la isla de los Gelves, en la que vencieron los turcos y donde muere el padre de Lázaro.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí; y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y, ambos llorando, me dio su bendición y dijo:
-Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto; válete por ti.
Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.
Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe.
Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:
-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: «Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer».
Diome una gran calabazada
- Lázaro no fue al colegio sino que trabajó, primero en el mesón y luego como guía de un ciego.
- En aquella época era normal enviar a los hijos como aprendices, incluso las familias nobles enviaban a sus hijos a aprender en otras casas. Lo extraordinario es que el ciego es un mendigo que se gana la vida con trucos y engaños, que son los que Lázaro aprende.
- Los colegios modernos, pagados con impuestos, de asistencia obligatoria y con profesores profesionales, surgieron en Prusia a comienzos del siglo 19 y fueron adoptados por el resto de las naciones avanzadas alrededor de 1900.
- Se comprobó que el trabajo infantil impide el desarrollo de los niños y ya en 1920 algunas naciones comenzaron a prohibirlo. Hoy en día está prohibido en la mayoría de los países.
- Pero todavía no se ha conseguido erradicar el trabajo infantil completamente: UNICEF calcula que en todo el mundo uno de cada seis niños de entre 5 y 14 años trabaja, en total son 158 millones de niños y niñas.